sábado, 17 de septiembre de 2011

Maldigo el día en el que me enamoré de ti. El día que te conocí, el día que te sonreí por primera vez, el día que callé, el día que te miré sin tu saberlo, y el primer día que te besé. Porque si nada de eso hubiera pasado yo no estaría odiando cada minuto que pasa, porque no es contigo, ni odiaría a las parejas de enamorados que pasean felices por la Alameda.
Que no quiero ningún gramo que no sea de tu cuerpo, ni ningún brillo que no sea de tus ojos, o caricia que no proceda de tus manos. Huyamos a algún lugar donde los besos no sepan a mierda, y dónde las cicatrices se curen y no sean infectadas con más sal putrefacta.
Ayudémonos a encontrar la razón y a perder la cabeza juntos, por un simple roce de mejillas. Hagamos como si fuese el primer día, y nos sobraran motivos para amarnos.
Y es que en verdad sé que razones y motivos tenemos todos, pero recuerda siempre que yo, muchas más que tú, y que todos.




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