martes, 9 de septiembre de 2014

×

Creí que ya no estabas, creí que te había perdido, que podía vivir sin tu presencia porque tu podías hacerlo sin la mía. Y de repente llegaste, apareciste y me dio un vuelco el corazón.
Tú, mi otra mitad, mi infierno y mi cielo, habían vuelto para quedarse. Pero dije: no. Porque ya podía vivir sin que me doliera tu sola presencia, sin que mis viejas mariposas no me ahogaran a cada paso que diera más próximo a ti... Todo mentira.
Sí lo siento, siento esas mariposas aleteando cada vez más fuertes con solo notarte cerca, o simplemente cuando mis ojos vislumbran algo que solo puede ser tuyo, sí lo siento. Pero no podía darlo todo cuando lo pediste; estaba en ruinas y no podía con el peso de comenzar algo tan inmenso.
Ahora ya ha pasado mucho tiempo, y nos hemos alejado como el agua y el aceite, separándose por momentos en un mismo recipiente. Ahora volvemos a ser dos desconocidos, pero que se conocen bastante bien.